El hotel y sus instalaciones cómodas y agradables, el metro muy cercano, pero su personal muy grosero y prepotente. Con excepción de la gerente que nos atendió por la mañana y a quien se le expuso nuestra inconformidad y quien nos ofreció una solución de la cual no se aceptó por dignidad.
El primer detalle fue con la chica que nos recibió y se hizo el check in, no fue amable.
Y el segundo, el servicio del restaurante, nos maltrató la manager del turno matutino, junto con otra empleada como si estuviéramos en la segunda guerra mundial, por no decir otras palabras, trato humillante y terrible, todo por una confusión y poco control respecto del desayuno incluido con el pago de la habitación. No regresaría a ese lugar solo por ese hecho.