Aunque la casa tiene 15 años según me comentó el dueño, parece que la hubieran estrenado este mismo verano, ya que está todo impecable. Las habitaciones y baños son amplios, la cama muy cómoda, los muebles y las toallas de calidad, la wifi llega muy bien a la habitación, la limpieza es impecable.
Hay una bodega equipada con cocina y frigorífico para usar si se desea.
El desayuno es muy completo: huevos cocidos, fruta, mermelada casera e industrial (de las dos clases), bollos, sobaos, café o Cola-cao, tés.... y si no, allí está Irene, con su eterna sonrisa y amabilidad para ofrecerte lo que desees.
La piscina para darte un chapuzón incluso de noche si te apetece.
Y qué decir de los dueños; unos auténticos anfitriones que se preocupan hasta con el mínimo detalle para hacerte sentir como en casa.
No suelo repetir en los sitios ya que me gusta ir a lugares nuevos que no conozco, pero creo que con esta casa haré una excepción.
Un saludo de unos mañicos que han quedado encantados con vosotros.