Está ubicado en el centro, en medio de un puesto de comida mexicana y creo que era un taller, ni siquiera tiene letrero con el nombre, la habitación muy rústica con piso de cemento, la entrada al cuarto es como un balcón con puertas de vidrio transparente, que también es la puerta, y se tapa con una cortina, (poca intimidad) quedan huecos que permiten ver o con aire del abanico se pueden mover y quedas visible para todos, por que es la pasada, además que el vidrio que tiene permite entrar todo el ruido... Sorpresa que al hacer el check inn nos pidieron solo efectivo, no tiene para tarjetas, el hotel cuenta con una piscina chica que vimos que se metió un perro que tienen ellos, (aunque lo sacaron).. No hay una recepción, el viernes hicieron un evento con banda de rock y nosostros queriendo descansar pero la música la pararon hasta las 12:30 pm, luego escuchamos todo el ruido porque la gente se paraba a platicar en el pasillo... Es caro para el servicio que ofrece de poco comfort...