Nos alojamos en una habitación cuádruple, que en realidad era para seis porque tenía una cama de matrimonio, otra habitación con dos camas individuales y además un sofá cama doble que no utilizamos. La habitación limpísima, en la última planta de un edificio histórico a dos pasos (literal) del centro de Bérgamo. La atención por parte del dueño, de diez, con desayuno incluido con leche, cacao, café, pan blanco e integral, mantequilla, mermeladas, frutas, frutos secos, pastas y galletas. Muy bien, la verdad. Siempre que vuelva a Bérgamo me alojaré allí.