Casi en medio de la nada, con un acceso muy complicado (prácticamente para llegar solo en auto) pero que es recompensado por un hotel pequeño pero extremadamente agradable, en medio de la naturaleza, con habitaciones cómodas, alberca "pequeña" para muchos pero dado que es un hotel de 10 habitaciones resulta suficiente, tiene también una zona para comer muy limpia y tranquila.
Dado que está alejado, de repente tienen problemas de desabasto, por ejemplo un día no tenían tortillinas para sincronizadas y al día siguiente no tenían tortillas de maíz por lo que no había chilaquiles ni tacos, pero lo que había de comer muy rico.
Ideal para personas que les gusta la tranquilidad y los lugares "diferentes", no lo recomiendo para personas acostumbradas a los grandes resorts, nosotros sin pensarlo volveremos ahí.
Se sufre un poco con los moscos (obviamente porque está conviviendo con la naturaleza), pero en la hora de la cena los chicos prenden citronela y el ambiente mejora mucho.
No tiene aire acondicionado, solo ventilador así que de repente es algo caliente la habitación, para nosotros muy bien pero cuidado si te gusta poner el aire al máximo.