Íbamos de paso en furgo y tan solo teníamos intención de pasar una noche. El hostal no está ni para entrar. La habitación olía a tabaco, habían cenizas en la ventana, las paredes manchadas, el suelo con una capa de polvo, las sábanas con pelos, la cama más hundida que el Titanic, el ventilador con un ruido estridente... En fin, si queréis dormir, mejor iros a la puerta de un banco que al menos conservaréis la capacidad pulmonar y no parecerá que habéis salido de una cabaña de indios.