Los enchufes no existían, solo uno se podía usar, el otro estaba en el baño y otro para la tele que no tenía carcasa, que al intentar enchufar algo, se metía para dentro de la pared.
Wifi: nadie sabía la contraseña ni a que wifi se había que conectar: fue imposible.
En la app de Expedia, me daba la opción de pagar luego con tarjeta. Mentira, hubo que hacer un bizum para pagar.
La cortina de la ducha mejor ni mirarla, supuestamente era transparente con dibujos azules y estaba negra de moho.
Las ventanas dejaban que desear, habia un vaso con colillas en el alféizar y la persiana estaba astillada, casi me corto con ella.
Era la única opción que pude reservar a última hora, pero no repetiré.